En 1893 se celebró en la ciudad de Chicago (Estados Unidos) una Exposición Universal de la cual se cumplen 125 años en 2018. La ciudad de los vientos logró (por encima de Nueva York, Washington DC y San Luis) obtener la sede para la gran feria de carácter mundial que celebraría los 400 años de la llegada de Cristóbal Colón al “Nuevo Mundo”.
La Exposición Universal de Chicago diseñada en su mayor parte por John Wellborn Root, Frederick Law Olmsted y Daniel Burnham, de acuerdo a lo que concebían debía ser una ciudad ideal. El despliegue de los pabellones de los 46 países participantes cubría una superficie de 2,4 Km2, incluyendo calles, canales, lagos artificiales, etc. Más de 27 millones de personas visitaron la Exposición durante los 6 meses que estuvo abierta.
Poca fe se tenía entonces acerca del éxito de la Exposición, pues ya previamente Filadelfia, para celebrar los 100 años de la Declaración de Independencia de los EE.UU., había organizado una en 1876 con grandes pérdidas económicas. Sin embargo, no fue el caso para la de Chicago y Venezuela estaría entre los países participantes.
Venezuela en Chicago
El pabellón venezolano fue un sencillo pero muy lucido edificio ubicado en la gran avenida que albergó los de Brasil, Turquía y Suecia, justo al lado del cual se hallaba emplazado.
J.M. Larralde y el Dr. M.U. Toledo, ambos residentes en los EE.UU., se encargaron de la organización de nuestro pabellón, pero el comisionado oficial por Venezuela fue el Dr. Francisco Bustamante. El Dr. Adolf Ernst fungió como encargado de reliquias del Departamento de Asuntos Exteriores del gobierno venezolano.
El pequeño edificio ocupaba una superficie de 284 metros cuadrados y estaba dividido en tres partes (una nave central y dos laterales). Le coronaba una cúpula de hierro y vidrio de 9 metros de diámetro y 3,6 metros de altura. Estaba engalanado por sendas efigies de Bolívar y Colón (de casi 3 metros de alto cada una) situadas en el tejado de cada una de sus alas y en el frontispicio de la entrada principal podía verse el escudo nacional.
Se mostraba en su interior, sobre todo, una exhibición de cueros, granos de café, cestería, hamacas, algunos chocolates, reliquias de tesoros científicos medicinales y mementos de las glorias criollas como “una espada de Bolívar, bandera de Pizarro, etc”, de acuerdo con la descripción del catálogo oficial del evento.
Según refiere este catálogo, en el interior del edificio se hallaba:
“una espada de 1.400 brillantes, un cinturón con tres hermosas piedras preciosas, y una silla de montar engalanada con trenzas doradas y la inscripción ‘Sol del Perú’, todo regalo a Bolívar de parte de los peruanos por el triunfo en Pichincha en 1822”.
También se refiere la presencia de un medallón con el retrato de George Washington,
“presentado por su familia y entregado al Libertador de cinco repúblicas por Lafayette, vinculando así a tres figuras centrales en la consecución de la libertad en el nuevo mundo”.
Artistas venezolanos en Chicago: Michelena
No obstante, las modestas dimensiones del pabellón venezolano—aunque dieron cabida a algunas obras de arte como El purgatorio (1890) de Cristóbal Rojas (18581890)— no permitieron albergar de Michelena sino un retrato Bolívar, el resto de la obra de su autoría debió ser ubicada en los edificios más grandes de la Exposición, pero fuera del pabellón destinado a la exhibición de las Bellas Artes, por haber enviado Venezuela las obras con retraso.
De Michelena podía admirarse, además de Carlota Corday, La Caridad, La vara rota, El granizo de Reims y La alegoría de Colón (pintada como encargo especial para la ocasión), a Pentesilea (1891), un enorme lienzo de 4.35 m x 6.50 m, que había causado enorme y positivo revuelo dos años antes en el Salón Oficial parisino.
La obra muestra un momento culmen de la batalla emprendida por la reina de las amazonas, Pentesilea, en contra de los soldados de Aquiles que pretenden atacar Troya. Aquiles levanta su lanza para poner fin a la vida de la amazona clavándosela en el pecho. En el catálogo de la Exposición de Chicago se dice que esta obra:
“es un de los trabajos más sólidos de Michelena, aunque en él la amazona no está representada siguiendo a Virgilio. Se le muestra herida mientras algunos de sus seguidores la llevan fuera del campo de batalla.”
Sobre Michelena, el mencionado catálogo le asume como la cabeza de la escuela pictórica venezolana, dado el reciente y triste fallecimiento de Rojas. Esta pintura de enormes dimensiones, debió significar para el pintor valenciano un gran esfuerzo artístico. Su composición es muy compleja y Michelena da rienda suelta a su amor por los caballos para representar los más hermosos, robustos y briosos ejemplares.
A pesar de la fama de Michelena en París para 1893, no se le hizo honor a su prestigio en Chicago. Probablemente el hecho de que las obras llegaron con retraso y tuvieron que ser colocadas en espacios poco aptos para ser admiradas tuviera mucho que ver. En todo caso, Chicago tuvo el privilegio de albergar la muestra más extensa de obras de Michelena fuera de Venezuela.
Conviene resaltar, finalmente, que entre los artistas cuyas obras se exhibieron en este evento podemos contar a Mary Cassatt, Jean François Millet, Camille Corot, Carolus-Duran, Lawrence Alma-Tadema y Auguste Rodin, por mencionar tan sólo unos pocos.
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